sábado, septiembre 24, 2016

Eugenio Yáñez: Raúl Castro, el pato cojo y el tiempo que se agota

Tomado de http://www.diariodecuba.com

Raúl Castro, el pato cojo y el tiempo que se agota

Por Eugenio Yáñez
Miami
24 de Septiembre de 2016

El 8 de noviembre el presidente Barack Obama se convertirá en pato cojo (lame-duck). No es irrespetuosa esa denominación: así llaman en EEUU al funcionario electo saliente que ocupa el cargo entre las elecciones y el juramento del sucesor.

Como patos cojos, los presidentes salientes, si no existen emergencias, prefieren que los sucesores tomen determinadas decisiones. Un pato cojo piensa más en su "legado": ¿qué recordará la historia y la nación de su gobierno, logros y fallos? Abraham Lincoln es la abolición de la esclavitud, Lyndon Johnson las leyes de derechos civiles, Richard Nixon el hombre en la Luna y Watergate.

¿Y Barack Obama? Su mayor proyecto, el sistema de salud accesible, "Obamacare", ha experimentado numerosas dificultades y muchos desean echarlo abajo o al menos modificarlo sustancialmente. En política exterior sus logros son escasos: el terrorismo se recrudece, aunque se hayan evitado numerosos ataques; Rusia prevaleció en Ucrania y Crimea; al Asad continúa gobernando y masacrando sirios; el pacto con Irán está muy cuestionado; China pretende imponer sus condiciones geopolíticas en el Pacífico Occidental.
La política exterior de Obama se inspira en controvertidas ideas que Richard Kupchan, profesor de la Universidad de Georgetown, expuso en 2010 en el libro How Enemies Become Friends: The Sources of a Stable Peace (Cómo los enemigos se convierten en amigos: las bases de una paz estable), y se basa en hacer concesiones unilaterales al enemigo, sin exigir o esperar algo a cambio, y sin intentar modificar la naturaleza de los regímenes adversarios, para demostrar buena fe. A cambio, sería de esperar que el enemigo adopte conductas más amigables.

Cuba podría ser una demostración, y de ahí la importancia del tema para el legado de Obama, quien puso fin a la política de más de medio siglo hacia la Isla, alegando que no dio resultados y que se necesitaba una distinta. Eso condujo a negociaciones secretas con el castrismo que culminaron en los anuncios de diciembre 17 del 2014 y el posterior restablecimiento de las relaciones diplomáticas interrumpidas en 1961. Después, la conocida retahíla de reuniones bipartitas, demandas castristas desmesuradas, concesiones de la parte americana, declaraciones abstractas de que todo avanza y mejorará, "sin prisa pero sin pausa". Todo buscando "normalizar" relaciones con una dictadura no interesada en normalizarlas. Raúl Castro no tendrá prisa, pero un pato cojo sabe que no puede perder tiempo: Obama necesita que Cuba sea parte sustancial de su legado.

Castro sabe que al presidente estadounidense le queda poco tiempo, y continuará apretando cada vez más, tratando que Obama ceda al máximo, mientras La Habana no concedería nada, o en el peor caso, lo mínimo. El problema para Obama es que, en determinado momento, ya sus concesiones no tendrían tiempo de revertirse en eventuales pasos amistosos castristas, y no aportarían nada al legado presidencial.

Obama necesita que el "deshielo" no tenga marcha atrás. Lo que dijo Donald Trump en Miami de revertir determinadas acciones con relación a Cuba es lo de siempre en todo candidato presidencial, aunque esta vez sin croqueticas ni café cubano en el Versailles. Si ganara las elecciones, habría que ver.

Lo que exige La Habana ni Obama ni ningún presidente puede imponérselo a los legisladores, que son quienes deciden. Y para el Congreso, levantar el embargo, derogar la Ley de Ajuste Cubano, devolver al castrismo la Base Naval de Guantánamo, cerrar Radio-TV Martí, o eliminar programas de ayuda a los opositores, no son asuntos de análisis inmediato ni decisiones a la carrera este año.

Entonces, ¿qué podría hacer Obama sin autorización del Congreso para salvar la cara y reforzar lo que él considera su legado en las relaciones con Cuba (en realidad con el castrismo)? Ya no le quedan demasiadas opciones.

El paso más audaz sería anular la orden ejecutiva "Pies secos/pies mojados", que garantiza permanencia legal en EEUU al cubano que pise territorio americano. Aunque no todos ven esto probable, tendría un efecto práctico: si llegar a territorio americano no asegura el parole y habría que entrar ilegalmente, desanimaría las oleadas de cubanos por mar y tierra buscando "el sueño americano".

Y podría indultar a la espía Ana Belén Montes y enviarla hacia La Habana a cambio de nada o de algún delincuente americano protegido en la Isla. Sin embargo, como en el caso anterior, ¿qué recibiría Obama desde La Habana a cambio de sus gestos amistosos?

Si Raúl Castro desea más victorias "del pueblo" no tendrá más opción que conceder algo a cambio.

Habrá que ver hasta donde serían capaces de llegar un dictador intransigente aferrado al poder y un pato cojo mucho más preocupado por su legado que por afianzar determinados valores que caracterizan a esta gran nación
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