sábado, agosto 12, 2017

Ramiro Valdés Menéndez y Quintín Pino Machado son almas gemelas (I). Eduardo Prida sobre el caso del supuesto intento de secuestro de un avión de Cubana de Aviación por Ángel María Betencourt quien fuera posteriormente fusilado

Ramiro Valdés Menéndez y Quintín Pino Machado son almas gemelas (I)

Por Eduardo Prida
8 Agosto, 2017

Miami, USA, Ed Prida, (PD) Este artículo tiene el objetivo de denunciar la mano criminal de los pandilleros de la tiranía, que despreciando el valor de la vida humana, han jugado y juegan con los destinos de nuestro país y de la Humanidad.

Ángel Betancourt no fue un asesino como quisieron pintarlo, fue una víctima, un mártir, un amante esposo y ejemplar padre de familia, un católico ferviente, enamorado de su carrera. El padre Miguel Loredo no fue el encubridor de un asesino, sino un consagrado religioso y patriota, víctima de la tiranía. Para ambos, nuestro reconocimiento y perpetuo respeto.

Ramiro Valdés Menéndez ha sido maestro en crear autoagresiones, poniendo en peligro la vida de personas para levantar murallas de falsedades y encubrir sus malignos propósitos. Como Ministro del Interior aprobó los planes elaborados por subordinados como Quintín Pino Machado, que a la sazón manejaba las cuerdas políticas (era Jefe de la Seccion Política de la DAAFAR) dentro de toda la Aviación, fuera militar o civil.

Quintín Pino Machado fue un hombre de probada cobardía y crueldad. Entre sus hazañas se cuentan los petardos en la Escuela de Comercio en Santa Clara, matar por la espalda policías, su plan de quemar vivos a los miembros de la Brigada 2506 en Retalhuleu, Guatemala, cuando era embajador en Nicaragua, el hundimiento del Río Escondido y el Houston el 17 de abril de 1961 en Playa Girón, los planes de atentado contra John F. Kennedy, y los asesinatos en el exilio de Manuel Artime y José Elías Torriente, el atentado a Somoza y el incidente de Barbados.(1)

(Quintín Pino Machado)

Su biografía como terrorista, comenzó en Santa Clara cuando su hermano Julio perdió la vida en los momentos que trataba de activar un artefacto explosivo para matar personas inocentes. Como venganza, cometió todas las acciones que se le ocurrieron al asumir la dirección de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio en la provincia: voló puentes, quemó campos de caña, almacenes, realizó atentados a policías y políticos, puso bombas en escuelas e iglesias.

Fue detenido y condenado a un año de prisión en Isla de Pinos. Allí conoció al tenebroso Armando Hart Dávalos y se identificó como “el comunista de Las Villas”. (2)

Ejerciendo su cargo de jefe de la Sección Política de la DAAFAR, Pino Machado tenía bajo su mando los órganos de control contra los jefes de unidades. Con el aval de “haber luchado dentro del Imperialismo” y con el secreto como divisa, hizo planes como el del secuestro de un avión comercial Ilushin-18 de Cubana de Aviación en su vuelo de retorno a Rancho Boyeros procedente de Santiago de Cuba. Casualmente entre los pasajeros viajaría el comandante Raúl Curbelo Morales, que dejaba la DAAFAR para ser Primer Secretario del PCC en Camagüey.

Una de las víctimas escogidas, practicaba la religión católica. Había pertenecido a la Fuerza Aérea del anterior ejército como sargento técnico de motor y fuselaje. Se sentía orgulloso de esto y siempre portaba el cinto tejido azul con una hebilla dorada donde había una hélice de tres palas y se leía FAE. Muchas veces le llamaron la atención sobre el uso de aquel cinto que representaba su pasado.

Ángel Betancourt fue inducido por la Seguridad del Estado a participar en el desvío del avión donde volaba como ingeniero de vuelo. Con un grupo de tripulantes, familiares y amigos, Betancourt se llevaría el avión a Estados Unidos.
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A este tipo de trabajo dentro del argot de la Contrainteligencia se le denomina “hacer casos” y tiene como función desalentar al enemigo de hacer acciones, puesto que va a desconfiar de todos. Las escenas presentadas por la prensa oficial levantan la moral combativa de las fuerzas represivas y el enemigo se siente fracasado.

Según me contó Rolando Barros, Jefe de Operaciones de Cubana en esa época, momentos antes de despegar el avión algunos pasajeros fueron sustituidos por otros individuos y fueron convenientemente localizados para mantener la cabina de los pilotos bajo control. Entre ellos estaba el comandante Raúl Curbelo Morales, quien tomó asiento en el lado izquierdo, en el tercer asiento frente a la puerta de la cabina.

Ángel Betancourt no podría saber de este cambio porque los tripulantes entran primero que los pasajeros, la cabina se cierra y el proceso de chequeo de preparación para el vuelo es un trabajo ininterrumpido que una vez comenzado no se detiene hasta el final. Además, de la cabina de tripulantes a la cabina de pasajeros no se puede ver una vez que la puerta es cerrada por el escolta, el que si debe mantenerse observando a través de un pequeño orificio con cristal blindado de tipo convexo.

Betancourt había sido seleccionado por sus características y posteriormente inducido a participar en un plan de secuestro donde parece haber existido una supuesta confabulación con el resto de los tripulantes y el escolta para desviar el avión hacia la Florida, según se desprende de los hechos.(3,4,5)

Como Cuba es un arco, la menor distancia entre Boyeros y Santiago de Cuba está por la Línea del Corredor Aéreo Sur hasta alcanzar Playa Girón y luego esta línea gira hacia el Norte, y luego enfila su rumbo Norte hasta Varadero.

Fue en ese momento que el capitán Fernando Alvarez comunicó con voz serena “problemas políticos a bordo”. Al parecer esa sería la contraseña que daba comienzo a la siniestra operación.

Por verdadero arte de magia, el personal de tierra del aeropuerto “José Martí”, tomó la iniciativa, sin que los demás lo supieran, haciendo todo lo exacto y perfecto que debían hacer, ya que recibían instrucciones -¿telepáticas?- del flamante capitancillo .

Según apareció en un artículo del periódico Granma, el puesto de mando de la Fuerza Aérea recibió orden de despegar un avión que no estaba en la guardia combativa, sino de reten, que ya tenían listo en el primer refugio de la izquierda del Escuadron 1, el Mig19P, interceptor nocturno con matrícula número 84, especialmente preparado, de la base aérea de San Antonio de los Baños.

(Ramiro Valdés en esa época)

El caza interceptor lo volaba el teniente Héctor Larrinaga, quien “casualmente” era el mejor piloto interceptor. “Casualmente” el otro avión también era de los mejores. O sea, usaron los dos mejores y mas modernos aviones del Escuadrón, el 84 y el 81, ambos recientemente recibidos de la URSS y de la última versión de MIG-19P.

El otro piloto era el Teniente Emilio Bover Zaldívar, jefe del Escuadrón No.1 de Cazas Interceptores Nocturnos UM 3005.

Así las cosas, este avión voló en silencio detrás del Ilushin-18. El piloto tuvo la genial iniciativa de hacer girar el avión de manera casi imperceptible con un gran radio de giro para confundir a Betancourt. Esto nos dice que Betancourt, hasta ese momento, no desconfiaba del resto de los tripulantes y en ningún momento observó los instrumentos de navegación para verificar el rumbo requerido para llegar a EU. De haber estado consciente, no hubiera permitido el retorno a Rancho Boyeros, ya que estos instrumentos estaban a su alcance visual (la brújula magnética y el radio faro, además de los instrumentos de giro y banqueo), y podrían haberle indicado que se estaba efectuando un giro aunque fuera de muy largo radio para lo cual el piloto utilizo el trimmer(*) del mando vertical.

El control del sistema de mando compensador de las superficies de control de una aeronave por lo general es una rueda que se opera fuera del mando principal.

El teniente Héctor Larrinaga debió haber recibido instrucciones previas de volar debajo del IL-18 pues el vuelo se efectuó en total radio silencio. Así, si el Il-18 tomaba rumbo Norte había que abortar el vuelo con unos disparos del cañon duplex de 30 mm NP-30 del Mig-19. Probablemente, luego culparían a la Fuerza Aérea de EU del derribo en aguas internacionales. Dirían que no habían podido identificar un avión cubano de pasajeros rumbo a EU, y que lo derribaron por equivocación por ser presas del pánico que inspiraba Fidel Castro a los norteamericanos.

Según fuentes noticiosas de EU, dos cazas interceptores Convair F-102 Delta Dagger de la Fuerza de Estados Unidos volaron al encuentro del Il-18 al ser detectado por los radares y regresaron, pues el objetivo aéreo estaba girando en retorno hacia Cuba.

Mientras volaba sobre Matanzas y parte del Golfo de México, se crearon las condiciones para confundir a Betancourt acerca del verdadero aeropuerto donde iban a aterrizar. Esto nos hace pensar que Betancourt estaba confiado en que todo marchaba de acuerdo a sus planes y que el avión volaba con rumbo Norte, lo cual nos acerca más a pensar en una confabulación de toda la tripulación. El único desconocedor de la confabulación de la Contrainteligencia era Betancourt.

(Padre Loredo)

Mientras el avión Il-18 volaba hacia Boyeros, un hormiguero de militares dirigidos por Quintín Pino Machado y otros oficiales de la fuerza aérea, desconectaban la iluminación del edificio y el letrero lumínico sobre la fachada del edificio principal del aeropuerto “Jose Martí” de Rancho Boyeros, y trasladaban hacia lugares seguros todos los aviones y los transportes terrestres para combustible, equipaje, escaleras, generadores de arranque, escaleras de pasajeros, etc., que había en la rampa principal.

Cuando el avión alcanzó el edificio, Betancourt identificó el aeropuerto, y empujó las palancas de control de los cuatro motores a máximo régimen de potencia, tomando el avión por el drive way hacia la cabecera de la Pista 05. Las cámaras del Noticiero ICAIC tomaron esa escena desde un camión de combustible (testimonio de Carlos Alberto Cabrera).

Perdida la alineación del drive way de salida hacia la pista, se desvió y salió hacia el terreno, deteniéndose en unas trincheras que recientemente habían hecho por el lado noroeste de la pista 05. (4,5)

El avión se detuvo contra el obstáculo y no estalló porque Betancourt cortó la potencia de los 4 motores y desconectó la red eléctrica de a bordo para prevenir un fuego, y abrió el parabrisas frontal del copiloto.

Betancourt huyó consciente de que lo habían traicionado.

Dentro de la cabina hubo disparos y fueron abatidos Edor Reyes, que venia esposado y fijado a una de las bases de la estacion de radio, el capitán del avión, Fernando Álvarez. El copiloto Evan Rosales (que después fue desacreditado definitivamente para restar validez a su testimonio, no voló más y fue destinado como chofer de un camión de carga de la agricultura en Wajay) resultó herido en el brazo derecho.

Una fuente de crédito, el oficial Roberto Arias Perez, del DSE del Aeropuerto, aseguraba que Betancourt siempre estuvo en manos de la Seguridad y que una vez fuera del avión, lo siguió estando durante la supuesta fuga, de escondrijo en escondrijo.

Acerca de los disparos dijo que el propio comandante Raúl Curbelo Morales penetró en la cabina de tripulantes con una pistola subametralladora modelo Stitch de fabricación soviética que portaba, disparando una ráfaga que alcanzó a las tres personas, matando a Edor Reyes y Fernando Álvarez e hiriendo al copiloto Evan Rosales.

El capitán Evan Rosales había tenido, a juicio de los instructores políticos, una actitud no satisfactoria en Playa Girón, cuando era piloto de Sea Fury. Por ello, había sido sancionado indefinidamente, desde abril de 1961, a volar aviones civiles.

El padre Miguel Loredo también había sido elegido para involucrarlo en el asunto del “asesino” Betancourt, por sus homilías contra la dictadura y el liderazgo que había ganado con su actitud digna y valiente. Al padre Loredo había que erradicarlo, como decían los fiscales de la causa.

Loredo y Betancourt no se conocían, su conexión fue fabricada por la Contrainteligencia. La tarea le correspondió a un “héroe de la Seguridad del Estado”, un ex seminarista llamado Gerardo Pérez, quien ya había cumplido el papel de infiltrarse en el seno de la Iglesia con la misión de recolectar información de interés operacional entre los sacerdotes, a quienes les propuso medidas activas como que lo enviaran a Miami, para hacer contacto con organizaciones del exilio, así como información sobre asuntos individuales e institucionales de la Iglesia que eran de interés para la CI.

Gerardo Pérez, que era homosexual, probablemente fue reclutado bajo chantaje. Además de inducir a Betancourt al secuestro del avión, luego que saliera del aparato, lo esperaba para comenzar el juego operativo mientras se preparaban las condiciones subjetivas en las masas que más tarde asimilaran y justificaran todo lo que querían hacer y deshacer en Cubana de Aviacion y dar comienzo a la destrucción de la institución con un trabajo político para expulsar a “la escoria que había dejado el capitalismo”.

La CI lo movió clandestinamente de un lado para otro para hacer “el caso” con las personas que les interesaba involucrar en el asunto en sucesivos días para esconder y alimentar al supuesto asesino, hasta llevarlo hasta la Iglesia del San Francisco, localizada entre las intercepciones de las calles Cuba y Amargura, en La Habana.

Con la publicación en primera plana de la foto de Betancourt, su religión y sus antecedentes de miembro de la Fuerza Aérea de la dictadura batistiana, así como la foto de los dos muertos y un herido, la Seguridad del Estado había diseñado el escenario y los personajes para conceptuar un asesino.

Durante tres semanas el país estuvo en estado de alerta en la búsqueda de Betancourt. Su imagen de asesino fue reforzada por las permanentes instrucciones de captura por las emisoras de radio, la televisión y la prensa escrita. Se formaron patrullas de búsqueda y captura en todo el país que trabajaban las 24 horas del día, había guardias especiales en los Comités de Defensa de la Revolución, registraban autos, camiones y ómnibus, cientos de personas fueron detenidas. Aquella gran cacería fue una mega payasada del régimen porque en realidad Betancourt estuvo todo el tiempo en manos de la Seguridad del Estado, que lo depositó en la Iglesia de San Francisco, donde lo esperaba el Ministro del Interior, Ramiro Valdés, José Abrahantes, su viceministro y las cámaras del Noticiero Nacional de Televisión y Manolo Ortega, y del Noticiero ICAIC con Santiago Álvarez a la cabeza para cubrir la captura del asesino y la de su supuesto encubridor.

El único vínculo común entre Ángel Betancourt y el padre Miguel Loredo fue el seminarista Gerardo Pérez, un agente infiltrado en la Iglesia Católica. Betancourt y Loredo fueron escogidos, la escena fue inducida de antemano. Aquello trajo múltiples beneficios para el régimen. No solo hizo brillar con más prestigio y valentía al Ministerio del Interior, sino que le sirvió para culpar a la Iglesia Católica de Cuba de proteger asesinos para justificar nacionalizar las cuatro propiedades que en 1965 aún quedaban en manos de la Iglesia, a saber, la Finca “Barbosa en la zona de la Auto Pista del Mediodía, donde la DAAFAR pondría la Escuela de Especialistas Menores, el Colegio de Belén, donde se instalaría el Instituto Técnico Militar, y la Villa Marista, en La Víbora, que se convirtió en el centro de operaciones del DSE, y otro edificio cerca del Quinto Distrito Militar, también en La Víbora, donde se instaló la Sección de Comunicaciones de la Contrainteligencia Radio Electrónica del Ministerio del Interior.
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